¿Cómo se supone que voy a sentarme en su clase todos los días sabiendo eso? Respire hondo y salpique un poco de agua en mi cara. Mi piel se sentía tensa de tanto llanto, mis ojos estaban irritados, y estaba empezando a tener un terrible dolor de cabeza por tanta tensión.
Cuando estuve tranquila de nuevo, salí del cuarto de baño, manteniendo mis ojos firmemente en el suelo, no quería que la gente me viera y supieran que había estado llorando. No podía decírselo a nadie. No podía hablar de ello en absoluto. No tenía a nadie con quien desahogarme y ayudarme a reparar mi corazón roto, porque no puedo permitir que Pedro este en problemas.
En silencio, di las gracias a mi buena estrella de que él no haya conocido a ninguno de mis amigos, ya que habrían sabido quién era hoy.
El pasillo estaba anormalmente tranquilo para el final de la escuela. Levanté la cabeza y me arriesgue a mirar para ver la sala vacía de gente. ¿Dónde diablos están todos? Seguramente la gente debe estar por ahí en el pasillo metiendo sus cosas en sus armarios antes de regresar a casa.
‘‘Paula’’
Me di la vuelta para ver caminando hacia mí, a Nico, sonriendo.
‘‘Hey’’ —murmuré, girando mi cuerpo para que no tuviera una clara visión de mi cara que seguro, estaba hinchada y roja.
‘‘¿Qué estás haciendo aquí todavía? Amy estaba buscándote antes, ella se ha ido a casa ahora’’ —dijo, deteniéndose a mi lado.
Miré hacia abajo, a sus pies, dejando que mi cabello caiga por encima de mi cara.
‘‘¿Ella se fue? ¿Qué hora es?’’—pregunté, confundida.
‘‘Son casi las cuatro.’’
¿Casi las cuatro? ¿Estuve en el baño durante todo ese tiempo?
‘‘ ¿Dónde estabas de todos modos? Amy dijo que te levantaste de un salto y saliste corriendo de la clase como si una bomba hubiese explotado y luego ella no pudo encontrarte.’’
Él puso su mano en mi hombro, apretándome suavemente. El calor de su mano se filtraba a través de mi camisa a mi piel. Giré la cabeza y puse mi mejilla en la palma de su mano necesitaba tanto el consuelo que mis ojos comenzaron a llenarse de nuevo.
‘‘ ¿Estás bien?’’ —preguntó en voz baja. Negué con la cabeza en respuesta.
Él me tomó en un abrazo, acariciando mi espalda con sus manos mientras lloraba en su hombro.
Cuando mis lágrimas finalmente se secaron él se retiró y tomó mi cara entre sus manos.
‘‘¿Qué pasó?.’’
Aspiré con fuerza, limpiando mi nariz.
‘‘No quiero hablar de ello. Gracias por el abrazo, seriamente necesitaba eso.’’ Forcé una sonrisa falsa y di un paso hacia atrás.
Él sonrió cálidamente. ‘‘En cualquier momento, siempre voy a estar aquí para ti.’’ Nico realmente era una persona muy dulce.
Éramos amigos antes de que saliéramos, no mejores amigos o algo así, pero somos bastante cercanos. Siempre fue alguien con quien podía hablar. Cuando nos separamos me prometió que volveríamos a eso y seriamos todavía amigos. Realmente esperaba que fuera así.
‘‘Vamos, te llevare a casa.’’ —afirmó, poniendo su brazo alrededor de mi hombro y tomando mi bolsa en la otra mano mientras me llevaba hacia su coche. ‘‘Sabes, que luces muy atractiva ahora, Paula. La hinchazón definitivamente te conviene.’’ —bromeó, sonriéndome.
Me reí y le golpee el pecho con la parte posterior de mi mano. Nico siempre puede avivar mi estado de ánimo. Sonrió mirándose un poco orgulloso de sí mismo mientras abría la puerta del coche para mí, tirando mi mochila en el asiento trasero. Subí, y mientras cerraba la puerta, vi a Pedro de pie junto a su coche, mirándome. Estaba frunciendo el ceño enojado por algo. Se subió en su coche y cerró la puerta con tanta fuerza que estaba sorprendida de que no se hubiera roto el vidrio.
Él salió rápido del estacionamiento una fracción de segundo más tarde de lo que Nico subió en el lado del conductor.
‘‘ ¿Era el nuevo profesor de matemáticas en ese coche? Maldita sea, ese tipo conduce como un loco.’’- reflexionó, riendo mientras salía a una velocidad más razonable.
Giró a la derecha en dirección a mi casa. ¡Oh no! No puedo ir a casa ahora. Mis padres se enterarían de que he estado llorando, y mi mamá no lo dejará hasta que le diga lo que pasó. ¡No estoy dispuesta a hablar de la ruptura todavía!
‘‘Nico, ¿crees que podríamos ir a tu casa por un rato?’’ —le supliqué, sabiendo que su casa estaría vacía.
Su padre trabajaba en el turno de noche y no se paraba en su casa hasta las diez de la noche, su madre había muerto hace unos tres años de cáncer. Ahí fue en realidad cuando nos conocimos, lo encontré llorando en el pasillo después de su muerte y habíamos sido amigos desde entonces.
Me miró por el rabillo del ojo.
‘‘Déjame adivinar, no quieres hablar con tu mamá todavía. ¿Estoy en lo correcto?.’’
Él no esperó una respuesta, sino que sólo se detuvo en una calle lateral y giro el coche de vuelta, de regreso en la otra dirección, hacia su casa.
Le sonreí agradecida. Nico siempre me había conocido muy bien.
‘‘Todavía no. Sólo tengo que olvidarme de ello por un tiempo. ¿Estás seguro de que esto está bien?’’
Él asintió con rapidez. ‘‘Claro, me puedes cocinar algo de comida. Sabes que soy un cocinero terrible.’’ —confirmó, sonriendo.
Me reí pensando en todas las veces que había cocinado para mí cuando iba a su casa después de la escuela. Él no era solo un cocinero terrible, era desastroso.
‘‘Creo que es un trato.’’ Saque el teléfono celular de mi bolsillo, notando que estaba en silencio.
Miré a la pantalla, y me di cuenta de que tenia nueve llamadas y dos textos, todos de Amy. Abrí los textos: ‘¿Dónde diablos estás? ¿Está todo bien? ¡Contesta el teléfono o llámame!’ ‘No te pude encontrar, supongo que te fuiste a casa. Voy a hablar contigo más tarde. ¡Llámame tan pronto como recibas este mensaje!’
Suspiré y le envíe un texto para decirle que estaba bien, pero que no podía hablar ahora. Prometí llamarla esta noche en su lugar. Luego le envíe un texto a mi mamá, diciéndole que estaba cenando con Nico, y que no iba a llegar tarde.
Nos detuvimos en la casa de Nico, baje, viendo como él tomaba nuestros bolsos del asiento.
‘‘Vamos, experta de la cocina, vamos a comer estoy muerto de hambre.’’ —bromeó, en dirección a la puerta principal.
Le sonreí y lo seguí. Me sentía un poco extraña cuando entré, no había estado en su casa desde que nos separamos. Suspiré y me obligué a no pensar en ello. Solía pasar el rato aquí con él antes de que me pidiera salir, así que realmente no necesito acostumbrarme a él de nuevo, si quiere que seamos amigos. Dejó las bolsas abajo y me llevó a la cocina, empujándome hacia la nevera suavemente mientras se paraba detrás de mí, descansando su barbilla en mi hombro. Hice una mueca cuando miré la nevera casi vacía. Un solo paquete de carne molida estaba en el fondo, por suerte todavía no había caducado.
‘‘ ¿Spaghetti a la boloñesa?’’ —Ofrecí, tomándola. Probablemente podría trabajar con esto y con lo que tenía en sus armarios.
‘‘¡Magnifico!’’ —Grito, sonriendo alegremente.
Mientras me ponía a trabajar en la cocina, el puso el canal de deportes. No hablamos mucho, además de una conversación cortés. No me pidió ningún detalle, ni me pregunto por qué estaba llorando, ni nada, por lo que estaba agradecida. Cuando termine, le serví, poniendo también un plato en el lado de su papá listo para cuando llegara a casa.
Nos llevamos la comida al salón, viendo algunas comedias malísimas en el televisor mientras comíamos. Después, hicimos nuestras tareas y luego charlamos un poco sobre su verano. Él me contó que su padre se había tomado dos semanas de descanso por lo que fueron a visitar a unos familiares en California. Al parecer, Nico había aprendido a surfear. Fue fácil y cómodo, y me las arregle para mantener a Pedro fuera de mi mente por un rato.
Después de un par de horas me llevó a casa.
‘‘Gracias por dejarme venir, te lo agradezco mucho.’’ —le dije, abrazándolo con fuerza a medida que se detenía frente a mí casa.
‘‘No hay problema, fue muy divertido y gracias por cocinar no había comido así desde que nos separamos.’’ —respondió. Su sonrisa se volvió un poco triste y me sentí muy mal por herir a una persona tan encantadora.
‘‘Lo siento mucho por eso, Nico, de verdad que lo siento.’’
Me tragué el nudo en mi garganta. En realidad no habíamos hablado mucho durante el verano, más que un amable texto ocasional, pero nada más, por lo que no habíamos hablado de la ruptura.
Él asintió con la cabeza. ‘‘Si, yo también. ¿Crees que tal vez podríamos tener otra oportunidad?.’’ —preguntó, mirándome esperanzado.
‘‘Nico, lo siento yo...’’ interrumpí, perdiéndome en las palabras. Quería decirle que tenía novio, pero eso no era cierto , así que no podría decirlo. Quería decirle que estaba loca por nuestro nuevo profesor de matemáticas, pero no podía hacer eso. Por lo tanto, me senté allí mirándolo con la boca abierta,probablemente con aspecto de una completa idiota.
Él sonrió, poniendo su dedo debajo de mi barbilla, cerrando mi boca. Se inclinó y depositó un suave beso en mi mejilla. ‘‘Está bien, olvida que dije algo.’’
Se inclinó más hacia delante, agarrando el mango de mi puerta, empujándola para abrirla por mí.
Me reí del mensaje evidente de que me fuera de su coche. ‘‘Agarre la indirecta, voy a salir del coche ahora. Gracias de nuevo, nos vemos mañana.’’
‘‘Buenas noches, paula.’’ —gritó mientras caminaba hacia su auto. Me saludó con la mano mientras se alejaba de la casa.
‘‘ ¿Paula? ¿Eres tú?’’ —Llamo mi mamá desde la sala.
‘‘Sí’’ —confirme, tirando mis llaves en el aparador, entrando en la sala.
Mis padres, estaban sentados viendo la televisión.
‘‘ ¿Cómo estuvo tu primer día, hija?’’ —preguntó Papá.
Me encogí de hombros, sin comprometerme. ‘‘Estuvo bien, supongo.’’- contesté con desdén, sin querer hablar sobre ello, porque sabía que me haría llorar de nuevo.
Mi padre inclinó la cabeza a un lado, mirándome con curiosidad.
‘‘¿Cómo es eso, que te fuiste con Nico?. Pensé que estabas con ese nuevo chico, Pedro.’’ —preguntó, frunciendo el ceño.
Sonreí débilmente ante la mención casual de su nombre. A mi papá no le preocupaba Nico, pero estaba un poco aprensivo acerca de Pedro. Eso era probablemente la causa de su ceño, él no había tenido la oportunidad de amenazarlo todavía.
‘‘Nico y yo solo somos amigos.’’ —contesté. Tomando un respiró hondo antes de continuar, sabiendo que tenía que decirlo en voz alta por primera vez. ‘‘Pedro y yo rompimos hoy.’’ —Me encogí de hombros, tratando de fingir que estaba bien, aunque mi voz se quebró un poco cuando dije su nombre.
Mi mamá se quedó sin aliento, inmediatamente salto del sofá. ‘‘¿Rompieron?’’ —Repitió, dirigiéndose a abrazarme.
Levanté una mano para pedirle que se detuviera. ‘‘Estoy bien, estoy bien.’’ —mentí. ‘‘Me voy a la cama. Nos vemos en la mañana.’’ —Me volví sobre mis talones y me dirigí rápidamente fuera de la habitación, solo haciendo una pausa entre las escaleras y la seguridad de mi habitación.
Cuando llegué allí, lo primero que hice fue tirarme bocabajo en la cama, llorando sin control de nuevo.
No podía hablar con Amy, y no quería volver hablar de nuevo de ello, por lo que le mande un texto en su lugar diciéndole de la separación, pero que no quería hablar más de eso y que la vería mañana como de costumbre.
Tome mi teléfono celular para apagarlo sabiendo que trataría de devolverme la llamada de todos modos a pesar de que le dije que no quería hablar. Como una zombi, me despoje de mi ropa y me dirigí a la ducha, dejando que mis lágrimas se mezclan con el spray que dejaba el agua calmando mi tenso y estresado cuerpo.
En el momento en que salí y me dirigí de nuevo a mi dormitorio, Amy estaba sentada en mi cama. Salte y chille del susto. Ella me sonrió con tristeza.
‘‘Tu mamá me permitió subir.’’ —explicó, lanzándome una mirada compasiva.
Asentí con la cabeza y fui a sentarme en silencio junto a ella, agarró un bolso marrón del suelo y lo puso en mi regazo. Lo abrí para ver como treinta dólares de diferentes caramelos y helados.
Me tendió una cuchara para mí. Le sonreí agradecida.
‘‘Sabes que eres la mejor amiga que he tenido, ¿verdad?’’ —preguntó, sacando una caja de cartón, ofreciéndomela.
Nos sentamos a comer helado hasta que ambas nos sentimos enfermas, entonces finalmente se quedó dormida justo después de la medianoche.
Cerré los ojos y recé también por el sueño, pero no me fue tan fácil. Todo en lo que podía pensar era en pedro y lo guapo que era. Cuando por fin me quedé dormida como a las cuatro de la mañana todo en lo que soñaba era él y la diversión que tuvimos, cómo solía hacerme reír y hacerme sentir especial.
Cuando la mañana llegó, mi cabeza estaba palpitando, y me sentía muerta en calor. Amy estaba tratando de alegrarme peinando mi cabello por mí, arreglándolo y haciéndome una coleta. Tenia plasmada una sonrisa falsa a pesar de que me sentía un poco muerta por dentro.
Sabía que no quería hablar de ello por lo que no preguntó nada, la amaba por ello.
El camino a la escuela fue horrible. Cada segundo que pasaba me acercaba más y más a verlo de nuevo. Rogué que pudiera mantenerme serena en su clase y no me echara a llorar delante de todos.
Cuando nos detuvimos en el estacionamiento, vi su coche inmediatamente. Al pasar por el, tuve el fuerte impulso de patearlo o lanzarle una piedra a través del parabrisas como venganza. Pero ¿para qué? ¿En realidad que había hecho el mal, aparte de no tener sentimientos por mí? Nada.
Suspiré y fui a mi casillero, colocando mis libros como en piloto automático. Asentí con la cabeza, a las conversaciones a mí alrededor, fingiendo que estaba interesada y escuchando.
‘‘¡El señor Alfonso!’’ —gritó Emily de repente excitada, a mi derecha.
Mi aliento se atoro en mi garganta cuando mire en la dirección que estaban mirando. El estaba caminando hacia nosotras se veía tan guapo que podría llorar.
Llevaba pantalones vaqueros y una camiseta negra con una camisa crema en la parte superior, dejada desabrochada. Me mordí la lengua tan duro, lo suficiente como para sacarme sangre. No me había preparado para esto, sí, yo esperaba verlo en su clase, pero no sólo que al azar se apareciera en el medio del pasillo.
Se detuvo cuando llegó a nosotras y nos dio a todo el mundo su marcada sonrisa, me fijé en sus ojos que ni siquiera se posaron en mi dirección.
‘‘Buenos días, chicas.’’
Me tragué la sangre en mi boca y me forcé a no llorar. Emily hizo girar su cabello alrededor de su dedo de la mano mientras lo miraba.
‘‘Escuché esa canción la que dijo que era su favorita. Yo nunca había oído hablar de la República antes, pero esa canción fue increíble’’—murmuro, aleteando sus pestañas.
Pedro asintió con la cabeza. ‘‘Sí, es una buena canción, debes escuchar algunas de sus otras canciones también.’’ —Él le sonrió de nuevo a ella y de repente estaba segura de que lo quería golpear, estaba coqueteando con Emily, o Pedro simplemente lo hacia porque era mi maestro y había arruinado todo lo que teníamos en el verano.
Miré a mis pies tratando de no dejar que el tono de su voz me afectara. Continuaron hablando acerca de algún grupo estúpido del que nunca había oído hablar antes. Incapaz de mirarlo, arrastré mis ojos del piso para ver que Emily se había movido un poco más cerca de el y tenía su mano sobre su brazo.
Oh mierda, esto me está matando. ¿Por qué no puede simplemente irse lejos? ¿Por qué está de pie aquí hablando con mis amigos sobre música? ¿No sabe lo mucho que esto me está lastimando?
‘‘¡Paula, aquí estás!’’ —Llamó alguien.
Gire mi cabeza en la dirección de la voz y vi a Nico caminando hacia mí, sonriendo.
‘‘Hola’’ —murmuré cuando se detuvo a mi lado.
‘‘Dejaste tu portátil anoche.’’—dijo, buscando en su bolsa y tirando de él hacia fuera.
Cuando lo tomé me di cuenta de que las manos de Pedro estaban en puños apretados por alguna razón. ‘‘Gracias. No habría sido muy inteligente de mi parte ir a clase sin el ¿verdad?’’ —bromeé, encogiéndome de hombros y sonriendo débilmente a Nico.
‘‘¿Quieres salir a comer algo afuera hoy?’’ —preguntó.
Pensé en ello. Por lo menos si no estoy aquí no voy a toparme con pedro todo el tiempo. ‘‘Sí, claro, suena bien, pero tú compras.’’
Rodó los ojos. ‘‘¿No lo hago siempre? Sin duda, es tu turno.’’
Negué con la cabeza. ‘‘Tú compras, yo cocino, ese es siempre el acuerdo.’’ —repliqué, sacándole la lengua.
‘‘Señorita Chaves, no puede salir de aquí hoy.’’ —dijo Pedro, mirándome molesto.
Fruncí el ceño. ‘‘¿Por qué no?’’ —pregunté confundida. no necesito su permiso para salir de la escuela para el almuerzo.
‘‘Tiene detención durante el almuerzo.’’
Di un grito ahogado. ¿Qué diablos es esto? ‘‘¡De ninguna manera! ¿Por qué? ¿Qué se supone que he hecho?’’ —Lo desafíe, fulminándolo con la mirada.
Pedro levantó una ceja, no parecía afectado por mi mirada enojada. ‘‘Por salir de mi clase sin permiso ayer.’’ —afirmó. ‘‘Y si sigue faltándome el respeto como lo está haciendo ahora, va a tener detenciones durante el almuerzo para el resto de la semana, también.’’
¡Oh! ¡Dios mío, qué idiota! Él sabe por qué salí de su clase ayer, ¿y no puede ser un poco flexible?
¿Qué es lo que pude ver en el de todos modos? Giro sobre sus talones y se alejó.
‘‘¡Hijo de puta! ¡Qué maldito idiota!’’ —despotrique, tirando mi bolso en el suelo, pensando que estaba fuera del alcance de su oído.
Se detuvo y miró hacia atrás por encima del hombro.
‘‘Toda la semana entonces, señorita Chaves.’’ Lo escuché reírse entre dientes mientras se alejaba de nuevo.
Mi boca se abrió en shock cuando trate, y falle, de dispararle rayos láser con los ojos y de alguna manera prenderle fuego. Cuando me volví hacia mis amigos, fui recibida por un mar de expresiones conmocionadas. No quería hablar de ello, suspiré y tiró el resto de mis libros en mi casillero con enojo, ignorando cómo todas las páginas quedaban dobladas hacia arriba. Cerré la puerta más fuerte de lo necesario.
Por el rabillo del ojo vi que Emily movía la cabeza en señal de desaprobación.
‘‘Wow, ¿qué fue eso? ¿Por qué le has hablado de esa manera, Paula? En serio, nunca te he visto hablarle así a un profesor ni siquiera una vez.’’ —reprendió.
¿Y lo defiende? ¿Está molesta conmigo porque lo llame idiota? Wow tengo algunos amigos realmente muy fastidiosos.
Ignoré su pregunta. ‘‘Parece que no puedo ir a almorzar hoy, Nico, lo siento. Gracias por mi portátil.’’—murmure mientras giraba sobre mis talones y salía corriendo enfurecida hacia el gimnasio.
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Decime que Pedro va a aflojar y va a dejar de tratarla así x favor!!!!
ResponderEliminarayyy nooo,que vuelvan a ser novios pronto!!! seguí subiendo!!!
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