No me gustaban los deportes; era un poco propensa a los accidentes. No era patosa o algo así, no me caía todo el tiempo, pero generalmente terminaba haciéndome daño si había que participar en algún tipo de juego físico. Hoy no fue una excepción. Hice una entrada al mismo tiempo que un chico de mi clase, y terminé cayendo de narices al suelo. Afortunadamente puse las manos delante y no me caí totalmente, pero terminé raspándome bastante las dos palmas. Siseé de dolor y me impulsé hacia arriba para sentarme.
Oliver, el chico al que le había entrado, vino inmediatamente, agachándose a mi lado.
"¡Dios! ¿Estás bien, Paula?" preguntó, disculpándose con la mirada.
Asentí y lo dejé que tirará de mí hacia arriba para ponerme de pie. Me ardían las manos. Las volví para ver que estaban sangrando por un montón de pequeños cortes y rasguños, había suciedad mezclándose con la sangre y también lo que parecían un par de piedrecitas bajo la piel.
"Estoy bien, Olly, no te preocupes, esto es algo normal para mí," dije con desdén mientras usaba mi camiseta para sacudir algo de la suciedad de mis manos.
El Sr. Andrews, el profesor de gimnasia, vino y reinicio el partido para que la gente dejara de mirarme embobada "Vete a lavarte las manos, Paula, quizás deberías ir a ver a la enfermera para que comprobar que salga toda la tierra," sugirió, haciendo una mueca de dolor al ver mis palmas.
Asentí y me dirigí al despacho de la enfermera, sentándome allí mientras ella me limpiaba las manos con algodón y usaba unas pinzas para sacar un par de piedrecitas antes de frotarme las palmas con una crema antiséptica rosa de olor nauseabundo. Después de que terminara fui derecha al vestuario, cambiándome mi ropa de gimnasia en lugar de volver a salir a jugar.
El resto de la mañana pasó tan rápido que apenas pude seguir el ritmo. Por qué será que cuando estás ansioso por algo, el tiempo tarda una eternidad en pasar, pero cuando no quieres que llegue algo, no le lleva nada de tiempo. Es como si el tiempo me estuviera torturando o algo así.
Cuando la campana del almuerzo sonó, agarré mi bolsa y me dirigí a la clase de pedro. La puerta ya estaba abierta, pero afortunadamente él aún no estaba allí. Me metí y paseé hacia los pupitres del fondo de la habitación. Elegí el que estaba cerca de la ventana y saqué mi Ipod. Forcé a mi mente a pensar en cualquier otra cosa que no fuera él. Cerré los ojos y puse las manos en el pupitre, con las palmas hacia arriba, esperando que dejaran de picarme pronto.
Un par de canciones más tarde, mi música se detuvo inesperadamente. Abrí de golpe los ojos para ver a Pedro merodeando delante de mí, con el ceño fruncido.
Me burlé y me quité los auriculares de las orejas, tirándolos sobre la mesa con enfado. "No me lo digas, no se me permite escuchar música en tus castigos," le escupí con sarcasmo.
Sonrió con tristeza. "Puedes escuchar música. Sólo quería saber que les pasó a tus manos," dijo en voz baja, señalándolas con la cabeza.
Apreté mis manos en puños. ¿Por qué de pronto está siendo agradable conmigo? No puede estar en plan ‘esto nunca sucedió’ y gritarme en un instante y luego ser agradable al siguiente. No es justo.
"Eso no es de su incumbencia, Sr. Alfonso," me puse de nuevo los auriculares en los oídos, con demasiada dureza como para estar cómoda, y encendí la música tan alto que hizo a mis orejas zumbar. Nos miramos el uno al otro durante unos pocos segundos y luego él apartó la mirada y puso algo sobre mi pupitre, antes de caminar hacia la parte frontal de la habitación y dejarse caer en su silla.
Observé mientras sacaba un fichero y empezaba a escribir, ignorándome completamente. Miré abajo hacia lo que había puesto en mi pupitre para ver que era un sándwich de queso y cebolla en vinagre, una botella de zumo de naranja y un melocotón. Mis favoritos. ¡Maldición! ¿Por qué está haciendo esto por mí? Si no puedo estar con él entonces tiene que ser un capullo para que pueda superarlo. Si sigue siendo amable conmigo, nunca seré capaz de seguir adelante. Lo miré de nuevo para decir gracias, pero él ni siquiera estaba mirando hacia mí mientras se sentaba con rigidez, garabateando en su carpeta.
Bajé un poco la música y agarré la comida, comiéndola rápidamente. Miré al melocotón y suspiré. No se pueden comprar en la cafetería, así que debía haberlos traído de su casa. Me fijé en el reloj, mirando la manecilla de los segundos pasar tan despacio que parecía como si fuera hacia atrás. ¡Maldito tiempo estúpido! La mañana pasó demasiado rápido porque no quería venir aquí y ahora le está llevando una eternidad terminar.
Finalmente sonó la campana. Él todavía no levantaba la mirada mientras yo ponía de nuevo mi Ipod en mi bolsa y recogía el envase vacío del sándwich. Caminé hacia su escritorio y lo tiré en la basura. Su mano era un puño apretado, pero no levantó la vista hacia mí mientras permanecía allí de pie.
"¿Cuánto te debo por la comida?" pregunté con calma cuando estaba claro que él no iba a hacerme caso. Deseé que me mirara; quería desesperadamente ver sus preciosos ojos.
"Nada, olvídalo." Negó con la cabeza y continuó con sus planes de lecciones que tenía desperdigados por toda la mesa. Guau, dos días y ya tiene un escritorio desordenado...
"Oh, bueno, humm... gracias," murmuré incómoda. "Ya sabes, deberías intentar mantener tu escritorio un poco más ordenado, la gente podría pensar que eres un dejado. Quizás podrías pagarle a un novato para que lo limpiara por ti." Me giré para irme, escuchándole reir en voz baja tras de mí. No me paré; sólo quería salir y dirigirme a mi siguiente clase.
Cuando llegué a mi clase de español me deslicé en el asiento al lado de Amy. "Hola, ¿cómo fue el castigo con el Sr. Buenorro?", me preguntó, mirándome con celos.
Me encogí de hombros y me desplomé en mi asiento, deseando que el día se hubiese terminado ya. Esta mañana me preparé para un encuentro con él, ya había tenido dos y tenía una hora entera de mi peor asignatura por delante. La vida era cruel.
Dos horas más tarde estaba siendo llevada a ciegas por el pasillo por Amy. "En serio, ven a babear por el nuevo profesor ardiente. Te sacará de la cabeza a ese tonto que tienes por ex," insistió. Suspiré, deseando poder contarle y que entendiera por qué era esa exactamente la razón por la que no quería ir a matemáticas.
Me paré fuera de su clase. "No, voy a saltármela, me duele la cabeza. Tan solo consígueme cualquier tarea que me pierda, ¿vale?" dije, meneando la cabeza. No podía soportar verlo nunca más; ya estaba física y emocionalmente cansada. Mi falta de sueño de la última noche me estaba pasando factura haciendo que me escocieran los ojos.
"No estás enferma, sólo quieres irte a casa y hacer pucheros por ese idiota que de todas formas no te merece. Que se joda; puedes conseguir algo mejor que un camarero vago. Una pequeña dosis del profesor Sr. Buenorro te espabilará. Y si el sonido de su voz sexy no lo hace entonces te apuesto que podría hacer desaparecer tu dolor de cabeza con sólo una de esas sonrisitas sexys." Movió las cejas alegremente hacía mí.
Gruñí y agité mi cabeza en protesta. "Definitivamente me la salto."
Alguien aclaró su garganta detrás nuestra. Salté, mirando rápidamente para ver a pedro de pie detrás nuestra con una expresión divertida en su cara.
"Damas, ¿es esta una discusión privada acerca de lo bueno que estoy o puede unirse cualquiera?" preguntó, sonriendo con suficiencia mientras Amy se ponía roja como un tomate y se reía nerviosa. "Y nada de saltarse la clase, Señorita Chaves," añadió.
Sus preciosos ojos se encontraron con los míos pareciendo atraparme con su mirada. No podía apartar la vista mientras contenía la respiración en mi garganta. Sus ojos eran cálidos y alegres y tan sumamente parecidos a los de mi Pedro, que incluso me dolían las entrañas.
Amy agarró mi brazo y tiró de mí hacia el interior del aula antes de que pudiera decir nada en absoluto. "Eso fue muy embarazoso, ¡no puedo creer que escuchara todo eso!", siseó en mi oído.
Me reí por lo bajo con pesimismo. Conociendo a Pedro probablemente le gustaba oir que la gente pensaba que estaba bueno. Giré rápidamente los ojos hacía él para ver una pequeña sonrisa en su cara mientras se dirigía a su escritorio.
Éramos las últimas en entrar por culpa de toda la discusión de fuera así que las mesas estaban bastante llenas. Había dos asientos vacíos, uno en la primera fila cerca de Oliver y la otra en la última fila cerca de una chica que, honestamente, no tenía un olor muy agradable. Sopesé mis opciones y decidí que iría al fondo y así no tendría una buena vista de Pedro.
"Voy al fondo," dijo Amy rápidamente casi como si huyera de mí, su cara todavía ardiendo por el bochorno.
Gruñí en voz baja y me encaminé al asiento junto a Oliver en la parte delantera. Me sonrió con calidez. Saqué mi cuaderno y mi bolígrafo, mirando furtivamente a Pedro mientras se sentaba en la cabecera de su escritorio luciendo todo sexy y seductor sin ni siquiera intentarlo.
"Bien, chicos y chicas, ayer todos tuvieron un pase libre pero hoy me temo que tienen que trabajar algo." Sonrió perversamente mientras se levantaba y se aproximaba al portátil de su escritorio. Después de apretar unos pocos botones, una serie de complicadas ecuaciones aparecieron en la pizarra electrónica.
"Muy bien, obviamente tengo las notas de la Sra. Patterson sobre lo que aprendieron en el último semestre, pero no sé en qué nivel están todos porque cada uno aprende de forma diferente. En la pizarra veran unas ecuaciones. Quiero que encuentren los dominios de las funciones. Hagan un intento con los problemas de la pizarra, no se olviden de mostrarme sus resultados, y luego echaré un vistazo y veré hacia donde tenemos que ir a partir de aquí," instruyó. "Tomensen el tiempo que necesiten. Por favor, no se ayuden unos a otros; necesito saber el nivel de cada persona de forma que pueda prestarle la cantidad de ayuda correcta." Miró severamente alrededor de la clase.
Refunfuñé y abrí mi cuaderno mirando a la pizarra. ¿Tengo que encontrar el dominio de qué? Maldición, ¿por qué no escuché correctamente? Me giré hacia Oliver que ya estaba garabateando algo en la primera ecuación.
"Olly, ¿tenemos que encontrar el dominio de qué?" susurré, mostrándole mi cara de 'estoy perdida'.
Se rió por lo bajo y se inclinó hacia mí. "Funciones, es como la respuesta a la pregunta. Toma la primera, por ejemplo, tienes que encontrar el valor de F. Ignora todo lo demás después de eso, la verdadera pregunta es ¿'F' es igual a ...? Entonces haz la ecuación para encontrar cuál es la respuesta." Se encogió de hombros como si eso tuviera un perfecto sentido. Intenté con todas mis fuerzas no mirarle fijamente y preguntarle si estaba hablando en inglés.
Sip, ¡estoy totalmente perdida y completamente jodida!
"Oh, bien, sí, lo pillo, gracias," mentí, asintiendo despacio y volviendo de vuelta a mi cuaderno en blanco, ahora incluso más confusa.
"Sin problema. Por cierto, ¿como van las manos?" susurró.
Las levanté para enseñárselas. "Bien, realmente, parecen peor de lo que están."
Se inclinó acercándose y sostuvo mi mano, mirándola de cerca. "Me siento mal por ello. Ey, sabes qué, quizás podría sacarte por ahí el viernes y compensártelo," sugirió, pareciendo un poco incómodo.
Me retorcí en mi asiento. "Esto, Olly, eso ha sido muy amable pero de verdad que mis manos están bien. No tienes que compensarme por nada, además, fue un accidente."
Se rió en voz baja. "Vale, esa no era la verdadera razón por la que preguntaba, realmente quería pedirte salir y pensé que sería una buena excusa," admitió, sonriendo tímidamente.
¡Oh, no! ¿Cómo puedo decir que no de forma agradable? "Humm... Yo, esto... Yo..." tartamudeé.
"Sr. Hawk, ¿podría ligar con chicas fuera de mi clase?" Pedro dijo bruscamente delante nuestra.
Olly saltó de vuelta a su asiento, soltándome la mano como si fuera carbón caliente. "Sí, claro, lo siento, señor." Agarró su bolígrafo y empezó a escribir otra vez.
Miré a Pedro y sonreí agradecida. Él no me sonrió de vuelta, sólo se fue y se sentó en su escritorio, reclinándose en su silla y empujándola hacia atrás con las dos piernas y con las manos detrás de la cabeza. Tuve una súbita necesidad de tirarle algo de forma que saltara y se cayera de la silla. Sería algo increíblemente divertido, y estaba segura de que se reiría – bueno, si estuviéramos solos se reiría, pero probablemente no enfrente de una clase llena de estudiantes suyos.
Suspiré y miré de vuelta a la pizarra, decidiéndome a empezar. Las ecuaciones parecían completos galimatías para mí, y estaban haciendo que mi dolor de cabeza empeorase. Cerré los ojos y me froté la frente, preguntándome si realmente necesitaba terminar la secundaria o si podría simplemente dejarlo y nunca más volver a ver una ecuación. Quizás conseguir un trabajo de limpiadora o algo.
Algo golpeó mi pupitre provocando un ruidoso estrépito. Alcé la cabeza de golpe, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. "¡Mierda!" grité, estupefacta.
Alcé la mirada para ver a Pedro allí de pie riéndose histéricamente, con su puño en mi pupitre. ¿Qué diantres? Podía oir a otra gente riéndose a carcajadas así que miré alrededor para ver que la clase entera se estaba riendo de mí. ¡Oh, Dios mío!, ¿estaba dormida?
"¿Le estoy aburriendo, Señorita Chaves?" preguntó Pedro, levantando una ceja como burla hacia mí. Se giró y se fue, chocando los cinco con Tom a su paso. "Y vigila tu lenguaje," añadió, todavía riéndose.
¡Menudo estúpido! "Sí, ríete. Eso fue para destornillarse, buen trabajo," le devolví con sarcasmo.
Se dio la vuelta y me sonrió, la alegre, juvenil sonrisa que yo conocía tan bien.
"Lo sé, a veces me parto de risa. Quizás tengo que mejorar y hacer mi clase más interesante para mantenerte despierta."
"Siempre puedes quitarte la camiseta," gritó una chica desde el fondo. Todos excepto yo se rieron.
"Nah, porque ninguna de ustedes, chicas, podrían hacer ninguna tarea." bromeó Pedro, se encogió de hombros con chulería, ganándose chocar otros cinco con el chico que tenía al lado.
Puse los ojos en blanco y bajé la mirada a mi cuaderno; no había hecho siquiera el primer problema de la pizarra. Gruñí y garabateé un montón de letras y números para tener algo que entregar. Oliver me pasó otros cinco folios de papel, que obviamente pertenecían a la gente de mi fila. Metí el mío por el medio de la montón y lo puse en el borde de mi pupitre de forma que pudiera pasarlo hacia el fondo de la clase.
Tan pronto como sonó la campana, la gente comenzó a levantarse. "Chicos, lean el capítulo uno de sus libros de texto para mañana, por favor," gritó Pedro mientras la gente empezaba a enfilar la salida del aula.
Amy vino a mi pupitre, riéndose perversamente. "No me puedo creer que te quedaras dormida. ¿Cómo diablos puedes dormirte en su clase? Sólo mirarle es suficiente para mantenerte despierta. Es muy divertido." Suspiró, mirándole con esa mirada de ensoñación en sus ojos.
Fruncí el ceño. Me estaba matando poco a poco ver a todas las chicas mirarle así. ¿Por qué demonios no podían simplemente desistir?
"Tremendamente divertido," murmuré, recogiendo las tareas y yendo hacia el escritorio de Pedro para poder dejarlas en su bandeja.
"Señorita Chaves, ¿podríamos hablar un momento?", solicitó.
Miré a Amy, que me lanzó una mirada de lástima y se encaminó a la salida. Afortunadamente me esperaría junto a mi taquilla y me llevaría a casa porque realmente hoy no tenía energía para caminar durante cuarenta y cinco minutos.
Pedro la observó mientras salía. Tan pronto como se cerró la puerta me miró con preocupación.
"¿Estás bien?" preguntó en voz baja.
Asentí y cambié de posición mi pesada cartera sobre mi hombro.
"Sí, estoy perfectamente."
"Pareces cansada."
"Guau, gracias, antes solía ser un 'estás preciosa', ahora sólo parezco cansada. Es realmente amable, gracias," solté enfadada.
Suspiró y meneó la cabeza, claramente molesto.
"Sólo estaba preocupado, eso es todo, no hace falta ponerse de mala leche por eso"
"¿Hemos terminado con la preocupación? ¿Me puedo ir?"
Mientras me giraba para irme me agarró la muñeca haciéndome parar, le dio la vuelta a mi mano y miró la palma.
"Por favor, cuéntame qué ha pasado," dijo en voz baja, mirándome con la carita de cachorrito que siempre había funcionado conmigo. Sus ojos se clavaron en los míos haciéndome sentir ligeramente liviana.
"Me caí jugando al fútbol, no es gran cosa," dije, encogiéndome de hombros.
Todo mi cuerpo estaba hormigueando con la necesidad de que me abrazara, me besara, y me dijera que todo estaría bien, y que me quería.
Asintió, pareciendo digerir la información durante un par de segundos.
"Vale, gracias. Deberías irte," señaló, soltando mi muñeca.
Me quede allí de pie mirándole durante unos segundos antes de sentir las lágrimas aguijoneando mis ojos, así que me dí la vuelta y prácticamente salí corriendo del aula.
Corrí por el pasillo hasta mi taquilla. Amy estaba esperando por mí, sonriendo con lástima. "¿Otro castigo?" preguntó levantando la nariz.
¿Otro castigo? ¿De qué iba esto?
"No, ¿por qué iba a estar castigada?"
"Te dormiste en su clase y luego le hiciste un comentario sarcástico y ni siquiera te disculpaste," explicó, mirándome como si fuera estúpida.
Oh. Realmente, sí, supongo que debería estar castigada por eso. Hmm, quizás sintió que eran suficientes castigos durante el almuerzo para la primera semana del semestre. Me encogí de hombros.
"Me gané un sermón sobre ello pero ningún castigo," mentí.
Enlazó su brazo con el mío. "Bueno, eso está fatal; me encantaría estar castigada con él, más oportunidades de mirar esa cara." Se abanicó la cara con dramatismo.
Mi cólera alcanzó su punto máximo inmediatamente porque otra persona sentía atracción hacia mi ex-novio.
"¡No está tan alucinantemente bueno!" solté enfadada.
Una expresión de dolor cruzó su cara, así que al momento me sentí fatal. Sabía que no debería tomarla con ella; estaba siendo una amiga leal e intentando sacar de mi cabeza a mi ex-novio. No era su culpa que justamente me estuviera restregando por la cara lo ardiente que estaba ese ex-novio.
"Lo siento, Amy, no debería seguir pagando esto contigo. Simplemente no quiero seguir hablando de chicos buenos, me recuerda a Pedro," mentí, esperando que eso tuviera sentido.
Sonrió con tristeza. "Vale, no hay problema," se rindió. "Ahora mismo, señorita, nos vamos a ir a hacer una terapia de compras y te voy a comprar el más grande y más empalagoso pedazo de tarta de chocolate que encuentre." Sonrió maliciosamente y tiró de mí saliendo del instituto hacia su coche.
que triste que esten separados,pero que bueno que Pedro no contenga los celos
ResponderEliminarque triste!!! que se reconcilien pronto!!!
ResponderEliminarMe encanta pero me gustaría que vuelvan y que Pedro no tenga tantos prejuicios para poder relacionarse tranquilo con Pau
ResponderEliminar